Quiromancia: el arte de leer las líneas de la mano

Las mancias son arcanas artes adivinatorias que encuentran en diversos objetos señales del Porvenir, de la personalidad de su dueño, de la fortuna que le ha tocado en suerte. Hay mancias de las huellas dejadas en a arena, de los restos de comida o del cigarro, de la escritura y de la forma del rostro. Acaso la más famosa y la más certera de estas artes sea la quiromancia, la lectura de las manos.

Esta mancia consiste en la clasificación e interpretación de las manos: desde su forma hasta las líneas distintivas que atraviesan las palmas, incluyendo las diferentes elevaciones de la piel y otras señas particulares. Existen zonas definidas en la mano, para esta ciencia, y accidentes que también influyen en los diferentes aspectos que esta lectura de las manos clarifica: la personalidad, las habilidades, las limitaciones, la profesión, la suerte en el amor y el Destino en general.

Ahora ponemos a tu alcance esta poderosa herramienta para la clarificación de tu suerte y fortuna con una sencilla aplicación, que puedes consultar de manera gratuita.

Pero ¿de dónde viene la quiromancia?
Los orígenes de la lectura de manos se remontan a tiempo anteriores a la Grecia antigua. Su nombre proviene de los términos griegos para “mano” (Quiros) y “lectura” (mancia). Se cree que tuvo su origen en los pueblos trashumantes con los que tuvieron contacto los antiguos griegos, precursores del pueblo romaní y de los gitanos. Consistía en la interpretación de las líneas de las manos, bajo una idea que relacionaba esas líneas con las formas de las constelaciones: estos primeros quirománticos consideraban que la suerte de una persona se regía por aquella constelación que se asemejaba más a las líneas de su mano.

Su práctica se extendió desde el Oriente Medio a Asia, y se asentó en China como una práctica recurrente. Si bien las principales evidencias de su uso nos llegan de Egipto, en donde se usaba para detectar ciertas señales que eran deseadas en las clases dominantes: manos pequeñas, líneas profundas pero escasas, manchas y lunares. El lenguaje gestual de las manos tiene, por ello, un papel protagónico dentro de la escritura egipcia, presente en templos y papiros.

Con el surgimiento de la alquimia, en la postrera cultura arábiga y su sincretismo con la europea, la quiromancia ganó la dimensión de ciencia, pues fue protagonista de tratados que ligaban la morfología y biología con las artes adivinatorias: la forma de las manos y su capacidad para replicar ciertas posturas iniciáticas eran indicativos de un grado de sabiduría natural.

La quiromancia no está exenta de un periodo muy oscuro: durante la Edad Media, en Centroeuropa fue cooptada por la inquisición, y los maestros quirománticos fueron obligados a buscar en la mano de supuestas brujas las señales que indicaban “pactos con el diablo”.

Seria el Renacimiento, con su culto pictórico y a la medicina, quien devolvería su dignidad a la quiromancia, al hacerle parte de los procesos de diagnóstico de ciertas enfermedades y la representación de aspectos de la personalidad. El Siglo XVII fue el lienzo ideal para que la quiromancia viera renovada su práctica, con tratados que le daban una dimensión ética y humana.

La quiromancia como se práctica hoy en día está basado sobre todo en los trabajos de los racionalistas del siglo XVIII Casimir d’Arpentigny, Louis Hamon (Cheiro) y William Benham. A sus trabajos de la década de 1820 se debe el intento de cambiar el nombre de esta arte adivinatoria a “quiromancia” con la idea de separarla de su pensamiento mágico, y para darle un mayor énfasis científico. El capitán d’Arpentigny desarrolló una rica tipología de las manos, clasificadas según su forma, tamaño e incluso el largo de los dedos. Tuvo tal éxito que influyó el pensamiento de Napoleón Bonaparte.

Aunque hoy en día hay otras escuelas dominantes en la quiromancia, podemos afirmar que sus principios siguen siendo los mismos: en las manos de cada uno se encuentran señales y símbolos que nos unen de manera indeleble con el Universo, con el macrocosmos, y que de saber ser interpretados nos develarán aspectos de nosotros mismos, de nuestro destino y de nuestra personalidad.

¿Qué aspectos se consideran en una lectura quiromántica?

Aunque ya no tiene un componente astrológico e iniciático como en las épocas de la alquimia, la quiromancia cuenta con sus propias claves y códigos de interpretación, y atiende a dos grandes aspectos: el morfológico y el gráfico.

Por morfología de la mano entendemos sus formas y funcionamiento, su tamaño y proporción con otros miembros del cuerpo (como la cabeza o los pies).

Por gráfico entendemos aquellas señales inscritas en las manos, desde las líneas y los lunares, hasta las cicatrices y otras señas adheridas a la largo de la vida.

¿Cómo se leen las manos?

Las manos se leen de fuera hacia dentro, y esto es atendiendo a su morfología y luego a sus grafías, a lo que hay escrito en ella.
Vamos a describir un proceso de lectura habitual que considere todos los factores necesarios para una buena lectura quiromántica, tal y como lo hacemos en este sitio.

Determinar la Mano Dominante

La primera pregunta a la que un quiromántico se enfrenta es ¿Qué mano debe usar para la lectura? Algunas escuelas señalan que la derecha, por la asociación que este lado tiene con las destrezas y los justo, de manera metafórica. Otras, que la izquierda, pues se encuentra del lado del corazón y de los sentimientos.

Sin embargo, los quirománticos más rigurosos creen que antes de la lectura es necesarios encontrar cuál de entre las dos manos del consultante es la Mano Dominante, pues varía de una persona a otra y es distintiva de cada una.

¿Cómo saber cuál es la mano dominante? Algunas escuelas creen que la Mano Dominante de determina por el género: derecha para los hombres, e izquierda para las mujeres. Otras, que se debe leer la mano que se usa para escribir, pues en ella residen las capacidades expresivas e intelectuales. Otras, que sea el consultante quien decida qué mano debe leerse. Si el consultante elige la mano derecha, es una persona apegada a sus ideales, y afecta a terminar lo que trata de hacer. Si el consultante elige la mano izquierda, es una persona que se deja llevar más por los sentimientos, y es más impulsiva que metódica.

Interpretar la forma de la mano

Todas las escuelas coinciden en que la forma de la mano es determinante para una buena lectura de las manos, más que su tamaño. Hay cuatro tipos de manos, según su forma: De Tierra, de Agua, de Fuego y de Aire.
Vamos a analizar cada una de ellas.

La Mano de Tierra

Como su nombre indica es una mano fuertemente cuadrada en la forma de su palma y de sus dedos. Es, además, una mano simétrica, pues desde la muñeca hasta la parte inferior de los dedos tiene aproximadamente la misma longitud. A esta forma enérgica se suman otras características: una piel áspera y de cierto color rojizo.

¿Qué nos dicen las manos de Tierra acerca de una persona? Sus dueñas tienden a ser más prácticas y sensatas, aprenden de la experiencia y de los errores, y prefieren estar en las calles, en los campos, siempre a la búsqueda de nuevos conocimientos, de nuevos encuentros.

La Mano de Aire

Una Mano de Aire tiene una forma rectangular, adelgazada hacia los dedos, que son largos, si bien su pulgar suele ser pequeño en proporción. La longitud de la palma desde la muñeca hasta la parte inferior de los dedos es, por lo general, igual a la longitud de los dedos, como sucede con la Mano de Tierra. También posee una piel distintiva, seca y brillante, con nudillos sobresalientes. A diferencia de las manos terrestres, las personas con manos aéreas son curiosas e intelectuales, prefieren leer y aprender a través del estudio más que de la experiencia directa. Son calmas, serenas y de sangre fría ante los riesgos. Tienen impresionantes habilidades de comunicación.

La Mano de Agua

Estas manos reciben este nombre porque se parecen a una gota de agua, con su forma ovalada en la palma y unos dedos largos y flexibles que se estrechan hacia el interior. Los dedos, en relación con el largo de la pala, son mucho más largos, y destacan por su capacidad para las tareas físicas más finas, lo que las distingue en las manos de músicos y artesanos. Aquellos con manos de agua son a menudo los más emocionales y los más desequilibrados de entre todas las personas. Su gran sensibilidad y empatía les hace proclives al estrés y la ansiedad, y ello hace que los manos de agua están motivados por la búsqueda de la paz y el equilibrio. Son artísticas, en un gran porcentaje.

Las Manos de Fuego

Estas manos se distinguen por sus dedos, que son cortos en relación con el cuadrado o el rectángulo formado por la palma. La mayoría de las manos de fuego tienen un tono enrojecido o de color rosa en la piel. Como su nombre nos lo dice, las personas con manos de fuego son cinéticas, energéticas, inquietas, llegando a ser impacientes e impredecibles, pero eso es simplemente porque son grandes líderes con una visión clara de sus planes, y no quieren perder tiempo alguno. Esto puede hacer que las manos de fuego sean un poco intolerantes. Son temperamentales e individualistas.