Muchos autores establecen el origen del horóscopo en la antigua Persia, en los territorios árabes de la Nación del Islam. Este origen sería disciplina conocida como Ilm-al-nujum (“el estudio de los Cielos”). Una ciencia antiquísima que se encargaba de dictaminar el Destino personal a partir de escrituras sagradas. De esta manera se seguían los mandatos del Profeta Mohamed, que sentencia que “las estrellas deben ser usadas para guiar el destino de los hombres” y “para protegerle de los errores, los demonios y tomar el sendero equivocado”.
El primer horóscopo árabe tenía un fuerte componente religioso. Más que signos, señalaba consejos para efectuar ciertas actividades en el día de la semana más propicio. Si se deseaba la ventura en la vida, había que seguir esta guía de actividades, que se basaba en el vínculo entre cada día de la semana.
Sábado (Saturno): Buen día para la caza y la crueldad.
Domingo (Sol): Excelente para ganar reputación y fama, y la conversación.
Lunes (Luna): Bajo su luz deben emprenderse viajes largos.
Martes (Marte): Cuidado personal. Baño, corte del cabello y de la barba.
Miércoles (Mercurio): Día para acudir al médico, y practicarse todo tipo de tratamientos sanadores.
Jueves (Júpiter): Día para orar y realizar todo tipo de actividad religiosa.
Viernes (Venus): Noviazgos, compromisos y sexo. Es el mejor día para concebir a un niño.
Para muchos, este es el primer horóscopo de la historia: una guía para la vida, con sencillos consejos dictados por los astros.
Con el estudio de los Cielos, y el avance de la astronomía árabe, los signos de este oráculo pasaron de siete a doce, uno por cada astro visible, y abarcaron los sectores celestes. De esa manera establecieron un signo por cada uno de los 12 meses de su calendario.
Para su horóscopo los árabes eligieron como símbolos los objetos que veían en sus Cielos perfilados por las estrellas del desierto: desde herramientas de trabajo esenciales para este pueblo artesano y nómada, hasta las armas en que estos jinetes guerreros eran maestros. Los símbolos elegidos para este horóscopo son:
Alfanje,
Arco,
Cadena,
Clava,
Cuchillo,
Daga,
Hacha,
Honda,
Lanza,
Machete,
Maza y
Puñal.
Hacia el siglo III arribó a Persia una versión árabe del más célebre tratado astrológico: Carmen Astrologicum, y su lectura fue reveladora para los astrólogos del Islam: encontraron las equivalencias entre los signos árabes y los occidentales.
Los árabes sumaron a la astrología como principios esenciales la alquimia y la numerología, y los mezclaron con las enseñanzas prácticas de su religión. Si bien es necesario aclarar que hoy en día el horóscopo árabe carece de connotaciones religiosas.