Antiguos habitantes de la zona que iba de Inglaterra a Italia, los celtas eran un pueblo enigmático y de una sabiduría que les llevó a establecer una gran conexión con la naturaleza. Hicieron del bosque su templo, y de los árboles y de las criaturas que les habitan sus deidades.

Cada árbol era sagrado, y cada uno tenía un valor y un poder benéfico. Los druidas eligieron como 21 de estos árboles sagrados.

Entre los celtas los druidas eran los sacerdotes y líderes sociales. Expertos en las potestades de plantas y árboles, doctos en la observación de los astros y de los ciclos naturales, los druidas dirimían la vida social y espiritual de su pueblo. Cuando en el siglo I Antes de Nuestra Era fueron descubiertos por los romanos, les adjudicaron un nombre griego: “Filósofos”.

Herederos de Pitágoras, creían en la reencarnación y que era regida por complidados procesos numerológicos. Establecieron una relación entre las estrellas y la vida cotidiana: creían que los astros regían la vida de las personas, y que en su estudio se encontraba la clave para que cada uno llevase una existencia más plena.

Para los druidas, los árboles eran centros energéticos que acumulaban la fuerza de las estrellas: un nexo entre la Tierra y el Cielo, en donde la gente podría encontrar esa fuerza benévola que desde los Cielos guiaba sus vidas.

Para los celtas existían 21 árboles sagrados, que a la manera de la gestalt se correspondían con 21 patrones de conducta, con las 21 personalidades que ellos concebían posibles en el mundo.

Los druidas asignaron un par semanas del año a cada uno de sus árboles sagrados. Aquel que nacía en los periodos dominados por un árbol, heredaba las cualidades del mismo, y era advertido sobre los vicios y limitaciones que debería enfrentar de sí mismo. Los signos druidas trasmitían su fortaleza, y anunciaban la debilidad de cada persona.

Hay algunas excepciones a esta regla: se asignó un árbol sagrado para cada uno de los días que corresponden a los tránsitos solares que dividen a la estaciones. De manera que algunos signos druidas sólo corresponde a un día del año.

Los 21 árboles sagrados de los celtas eran los siguientes: Manzano, Abeto, Olmo, Ciprés, Álamo, Cedro, Pino, Sauce, Tilo, Roble, Avellano, Serbal, Arce, Nogal, Castaño, Fresno, Carpe, Higuera, Abedul, Olivo y Haya. Cada uno de ellos representa a un signo dentro de este particular sistema de adivinación.

Es importante señalar que este horóscopo presenta algunas dificultades en su interpretación, debido a que los druidas no desarrollaron un sistema escrito. Es posible que el número de árboles y sus nombres varíen, así como sus fechas de influencia, según las fuentes que se consulten. Nosotros nos hemos apegado al mayor consenso al respecto.